Los aspectos culturales que influyen en la génesis, expresión y evolución de la enfermedad mental han interesado a los psiquiatras durante mucho tiempo. A principios del siglo XX, Kraepelin sugería que en la frecuencia de los trastornos mentales influían directamente las características culturales. Nacía, así, la psiquiatría comparativa. Desde entonces, la psiquiatría se ha visto condicionada por las diversas perspectivas desde las que se ha considerado la influencia cultural sobre los trastornos mentales, lo cual ha dado origen a la etnopsiquiatría, la psiquiatría cultural o la psiquiatría transcultural.
La evolución hacia la multiculturalidad —reflejo del progresivo incremento de la migración en el mundo— tropieza con una serie de peculiaridades lingüísticas y culturales que dificultan la adecuada asistencia sanitaria.
Han pasado más de cincuenta años desde que un grupo de profesionales de la psiquiatría latinoamericana unió esfuerzos e iniciativas para cimentar lo que ahora es la Asociación Psiquiátrica de América Latina (APAL). En 1951 se reunieron en Jalapa, Veracruz, México, los doctores José Antonio Bustamante (Cuba), Guillermo Dávila (México) y Carlos Alberto Seguín (Perú), quienes se autodenominaron Grupo Latinoamericano de Estudios Transculturales (GLADET). Durante los siguientes diez años, el punto de discusión de dicho grupo fue dar una respuesta satisfactoria a una necesidad surgida en el Congreso Mundial de París de 1950. Los latinoamericanos allí presentes sintieron que en tal congreso se estaban debatiendo los problemas de una región del mundo con arreglo a una particular percepción europea, lo que limitaba su aplicación y marginaba, tal vez involuntariamente, los diferentes contextos de otras regiones del planeta. Con este panorama y ante tales necesidades, en 1960 se reunieron en La Habana, Seguín, Dávila, Bermann, Pacheco e Silva, Mata de Gregorio y Bustamante, quienes decidieron celebrar el Primer Congreso de APAL en Caracas en 1961, el cual fue considerado por algunos como una continuación del realizado en Jalapa en 1951.
De esta manera se establece el primer antecedente histórico latinoamericano de estos esfuerzos por llevar la práctica de la salud mental bajo la luz de los contextos sociales y culturales. Así iniciaron las aportaciones de este continente; por ejemplo, el término transculturación, por parte del doctor Fernando Ortiz, de Cuba. La palabra que se usaba en diversos estudios era aculturación (acculturation), empleada por Powell desde 1889.
El profesor José A. Bustamante, el más destacado en estos estudios en Cuba, en su ponencia presentada en la III Sesión Plenaria "Psiquiatría Transcultural" del IV Congreso Mundial de Psiquiatría, aclaró el proceso por el cual se aceptó mundialmente el término transculturación en lugar del término sajón expuesto.
Han pasado más de 10 lustros y ahora un entusiasta grupo de intelectuales, en homenaje a aquellos pioneros, retoma con rumbo propio estos intercambios académico científicos.
En febrero de 2007 se funda legalmente en Guadalajara, Jalisco, México, el Grupo Latinoamericano de Estudios Transculturales, AC (GLADET).